No contar lo que hace daño termina enfermando el cuerpo
A VECES LA OPCIÓN MAS DIFÍCIL ES LA ÚNICA PARA SOBREVIVIR
Hola a tod@s,
Antes de continuar con la historia de mi vida quiero explicar algo a todos los que al leer mis post pensáis en mi hijo. Es algo que agradezco, aunque creéis que le estoy haciendo daño. Pero no es cierto. Él es quien me corrige todos los post que subo. Y precisamente por todo lo que le he estado enseñando a lo largo de toda su vida, el daño se lo haría si no le contase las cosas como son. Muchas veces creemos que la solución es tragarnos nuestros problemas y no hablar de ellos, dejando que nos enfermen o nos envenenen. Esconder la realidad nunca es bueno para nadie. Tarde o temprano, se descubre el pastel y entonces el velo de irrealidad que hemos ido creando a base de nuestra propia salud se nos vuelve contra nosotros. Y ¿para qué? ¿Qué tiene de malo conocer la realidad? Uno de los valores más importantes que le he enseñado a mi hijo es el de la transparencia. Contra menos secretos y más se hablen las cosas que nos duelen o nos preocupan, menos peso llevamos en la mochila. Supongo que esto es algo polémico para muchos, pero es la conclusión a la que he llegado después de tantos años de vivir con mentiras y dobles vidas.
Sé que todos estamos influenciados por las muchas frases hechas que nos recuerdan el quinto mandamiento; honrarás a tu padre y a tu madre. Pero la realidad es que todos somos diferentes y no siempre somos buenos padres ni buenos hijos. Llevar la misma sangre no quiere decir que tengamos que pensar o disfrutar de las mismas cosas. Hay veces que no se respetan las decisiones de los hijos o los hijos no están de acuerdo con las decisiones de los padres y la convivencia es difícil. Muchas veces las personas no son capaces de hacer ningún esfuerzo por entender que se puede pensar diferente sin que por ello estés equivocando. Se comete el error de querer imponer unas normas y pensamientos que pensamos que son los correctos o los únicos, sin ser capaces de tener una menta más abierta. Y luego encontramos padres o hijos que simplemente no son buena gente. Por mucho que los quieras es mejor mantenerlos lejos, por la propia salud mental. Hay que distanciarse de ellos por mucho que seamos familia.

Como he dicho antes, mi hijo es el primero en leer y corregir lo que escribo, no publicaría nada que él no quisiera. Él ha vivido muchas cosas de la que os cuento y conoce perfectamente a su padre. También se ha tragado sus mentiras y su personalidad de psicópata encantador y con mucho carisma. Por su propia salud mental necesita saber y entender porque su padre hace lo que hace. Y digo entender, no excusar. Lo acepta como es, cuando queda con él ya tiene claro lo que hay. Sabe lo que ha hecho, las mentiras y la doble vida que ha llevado. El daño que ha hecho a muchas personas con sus actos. Y no es malo que lo sepa. De hecho, no le cuento lo ocurrido para criminalizarlo, solo para que entienda porque estoy así. Y lo mismo para cualquiera que lea esto. Necesito que de una vez por todas se me tome enserio, que mi dolor no es arbitrario y mi depresión no es un signo de debilidad. No eres mejor persona por no contar lo que te hace o te ha hecho daño.
La vida me ha compensado todo lo que he sufrido, con un hijo muy especial e inteligente. Aunque ha sufrido mucho y le ha costado mucho superar lo de su padre, ya que siempre ha sido su ídolo, hoy por hoy es capaz de entender que yo necesito contar la verdad sobre mi vida. No soy la persona que soy por gusto, no tengo depresión por casualidad, mis enfermedades vienen por algo. Cargo con una gran tristeza, humillación y decepción por culpa de el padre de mi hijo. Pero también por toda la gente que mientras yo sufría el peor revés que me podía dar la vida, que se sumaba a todos los anteriores, ellos simplemente hacían como si no pasase nada. Entiendo que sus intenciones eran buenas, pero nunca me he sentido más sola que en aquellos largos y horribles primeros años desde que nos dejo el padre de mi hijo. Esto es un lastre que necesito soltar para volver a coger el timón de mi vida y sacar de dentro todo el daño que tengo. Le agradezco muchísimo a mi hijo su apoyo, siempre será mi amor y lo mejor de mi vida. Él sabe que no hay que dejar de hacer lo correcto porque sea lo más difícil.
Y ahora por primera vez en años voy a contar toda la verdad y no por hacer daño o por cualquier otro motivo que podáis pensar. Voy a contar todos aquellos secretos que incluso yo he cometido el error de guardar por vergüenza, orgullo o miedo social para poder mejorar mi salud y la de mi hijo. Precisamente aparentar que todo está bien para no dañar a nadie es lo que me ha llevado a estar enferma con enfermedades crónicas que hacen de mi vida un infierno. Durante toda mi vida he tenido que lidiar con todos los problemas sin decir nada, sin poder hacer nada más que seguir hacia delante y salir del bache. He vivido una infancia muy complicada, mi hermano y yo hemos vivido un papel que no nos toca como hijos. He aguantado un marido infiel que hacía ver que me quería, que nunca me falló en las fechas importantes siempre tenía un regalo para mí, salíamos a cenar en pareja y conquistaba a toda la gente que yo quería, mientras tenía una doble vida con otra mujer. Fue muy duro saber que algunos conocidos y familiares míos lo sabían y jamás quisieron decir una palabra, por lealtad hacía él o por una equivocada idea de no querer hacerme daño. Él se salía con la suya a plena luz del día mientras nadie me defendía.
He tirado por la borda mi vida con una persona que nunca ha sido lo suficiente hombre para sacar adelante su familia ni para dejarme para irse con la otra. Es evidente que yo no le importaba pero ella menos, se podría haber marchado, pero se quedo 20 años mas con nosotros. He aguantado a su familia, que cada vez que nos reuníamos tenían como pasatiempo hundirme aún más en la miseria con comentarios que minaban mi moral. Su hermana mayor no perdía oportunidad para decirme que era una sometida y para una vez que decía una verdad no quería verlo. Quien lo iba a saber mejor que ella, que es como su hermano. He aguantado el tener que ser la mala en casa al criar a un hijo sola. Y con el hándicap de que su padre le permitía casi cualquier cosa. El trabajo era triple. Y lo peor es que he aguantado las críticas y las etiquetas de todo el mundo por ello. Bromas con mi carácter malhumorado, con las riñas a mi hijo, con mi exceso de orden, con mi afán por intentar que todo el mundo estuviera bien a costa de mi propia salud... Han sido muchos años de ser la que cedía. He sido la que ha callado y ha aceptado lo que otro decía a pesar de no estar de acuerdo. Sí, es cierto que soy guerrillera, pero cuando tienes la vida que he llevado siempre estás a la defensiva. Al final, ya no sabes si lo que te dicen es bueno o malo. Así han minado mí autoestima. Y nadie, ni yo misma, lo ha impedido.
Os seguiré explicando más sobre mi vida en los próximos post.
Saludos, hasta pronto.
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